Razones para NO usar el movil en clase

Evolución del los teléfonos móviles desde 1995 hasta 2001 (Fuente: wikipedia)

Los primeros teléfonos móviles comenzaron a hacer su aparición en las aulas a principio del presente siglo. Los móviles que manejaban nuestro alumnos eran aparatos algo más ligeros, baratos y versátiles que los que pocos años antes comenzaron a extenderse entre los adultos como nuevo objeto tecnológico de culto.

En una época de plena expansión económica y tecnológica, los nuevos móviles parecían el intrumento ideál para la comunicación permanente, por lo que los padres comenzaron a suministrarlos a sus hijos sin muchos reparos.

A diferencia de los móviles de finales del siglo XX, los móviles de «segunda generación» disponían de una tecnología más avanzada e incluían nuevas utlilidades que iban mucho más alla de la comunicación por voz inicial: calculadora, reloj, alarma, SMS, juegos, cámara de fotos, vídeo… Y eran precisamente estas nuevas funcionalidades las que los hacían atractivios a los adolescentes. Sin recursos para costearse muchos minutos de conversación por voz, el SMS pasó a ser el medio de comunicación típico de las nuevas generaciones de usuarios, llegando incluso a gerenarse un lenguaje nuevo. Los juegos, la cámara o la grabadora eran elementos lúdicos que rápidamente comenzaron a usar los adolescentes con un enfoque innovador, y millones de reporteros surgieron de la nada en pocos meses.

La comunidad educativa no tardó en tomar cartas en el asunto, aunque de forma poco coordinada y torpe tal vez, y se prohibió el uso en las aulas de los nuevos dispositivos. Había varias razones para ello:

1. Los nuevos dispositivos distraían a los alumnos del mismo modo que los primeros videojuegos personales (gameboy y similaes) distrageron a la generación precedente.

2. Las cámaras de fotos, y sobre todo la posibilidad de grabar en vídeo, permitía un uso poco respetuoso con compañeros y proferores. Obviamente, los alumnos no grabavan la explicación del profesor para repasar en casa, sino que registraban bromas, vejaciones, novatadas y otras gamberradas por el estilo. Su difusión posterior excedía con mucho los muros del centro educativo gracias a la naciente Internet. Comenzaba a hablarse de «ciberbulling» y el acoso escolar se sofisticaba.

3. Los móviles se habían convertido en las nuevas «chuletas», algo que desde luego no sólo ocurría en el ámbito de la ESO y Bachillerato, sino también en exámenes de universidad y oposiciones de todo tipo.

Tres lustros más tarde, los teléfonos móviles se han hecho inteligentes y ubicuos, están en conexión permanente via Internet y son varias veces más potentes que cualquier ordenador puntero del siglo pasado. Parecería por ello que los centros educativos deberían continuar con un control estricto de su uso durante la jornada escolar, tanto en periodos lectivos como en pasillos y recreos.

Sin embargo, estas poderosísimas herramientas están transformando día a día nuestra sociedad a un ritmo nunca antes imaginado. Por ello, tal vez sería interesante considerar seriamente de qué forma se podría incorporar su uso en la enseñanza.

En un futuro post trataré de aportar algunas ideas al respecto: AQUI

~ por ieseuroparuben en 6 enero 2015.